
Estoy en la esquina que da al parque al lado de mi casa, bajando a Dana, y me parece ver que algo se mueve a mi lado, en el parque. Me giro dándome tiempo a ver caer una paloma al suelo dando un golpe seco, muerta. A su alrededor vuelan dos enormes gaviotas. Son ellas quienes han matado a la paloma. Un para a su lado y me mira. Estoy demasiado cerca como para que pueda recoger a su presa. Yo, instintivamente, me estoy tapando la boca con la mano, impresionada por lo que acabo de presenciar. Dana mira fijamente a la gaviota e intenta correr hacia ella, no sé muy bien por qué. La paro y la gaviota vuelva. Pero no se aleja. Y su compañera tampoco. Empiezan a volar y posarse a nuestro alrededor, graznando (o lo que hagan las gaviotas) sin perder de vista a la paloma inerte en el suelo. Doy la vuelta, sin perder de vista a las cazadoras y, cuando estoy al otro lado (se han tomado su tiempo de seguridad) una de ellas baja y coge a la paloma en su pico. Vuela con ella un par de metros, se para y empieza a picotearla. Puedo ver cómo las plumas de la paloma vuelan a su alrededor. Me ve, intenta llevársela pero se le cae. Mientras me iba, he podido ver cómo volvían a la carga. No podían dejar que su desayuno se perdiera.
Me ha impresionado la escena, sobretodo por el fuerte golpe de la paloma al caer con las gaviotas a su alrededor, pero a la vez me ha dado lástima pensar que eso es lo que deben hacer para poder comer algo en la ciudad. Se trata de sobrevivir, nada más. Aunque sea cruel.
Eso sí... Pobre paloma.