Quizá os parezca divertido, quizá os reiréis de mí, pero la verdad es que a mí no me hizo ni pizca de gracia. Para nada!
Ayer nos fuimos a dormir y, ya metidos en la cama, a oscuras, me disponía a descansar. Cerré los ojos, todos estaba en silencio.
Abro los ojos un momento y ante mi cara hay una mano abierta, a pocos centímetros de mi rostro. Cierro los ojos y doy un manotazo para apartar esa mano de mi cara. Al principio pienso que ha sido Guillem. Él, a oir mi gritito ahogado por el susto al ver esa mano, me pregunta qué pasa. Me dispongo a contestar cuando noto un manotazo en mi cabeza, a lo que respondo instintivamente con otro que sólo golpea el aire y la almohada, ya que no hay nada detrás de mí...
Siento un escalofrío, ni siquiera quiero sacar el brazo para encender la luz de la mesita, así que me giro y le pido a Guillem que me abrace fuerte. Y así, aunque costándome un poco más que a él, me duermo con el corazón desbocado y pensando que, visto desde fuera, que te den una colleja antes de ir a dormir es hasta gracioso...
2 comentarios:
jo si que et crec, cris, de debó
Empieza la saga de inexplicables!!!!
uohhhhh
Sabes cómo te admiro! lo sabes, verdad?
Yo quiero el poder de dar collejas. Sí sí.
Publicar un comentario