
Hoy ha sido un día negro en la oficina. Para todos. Hoteles, trabajadores y nosotros mismos.
A eso de las doce y media recibimos una llamada de RRHH de uno de nuestros mejores Hoteles pidiéndonos que le enviemos, en cuestión de 10 minutos, la documentación de todas nuestras chicas que hoy trabajaban allí. Al preguntar por qué nos dicen que ha venido la policía y está haciendo bajar a todas a la calle para ver su documentación y constatar que todo está en orden.
Presas de los nervios, recopilamos todos los datos de nuestras trabajadoras y se los enviamos por fax lo más rápido posible. Recibimos varias llamadas más, todas cada vez más apuradas y nerviosas. Durante un buen rato, no podemos ponernos en contacto con nadie, ni siquiera con nuestra Responsable en el Hotel.
Nos quedamos sentadas, con la mirada clavada en la mesa y las manos cruzadas, esperando noticias. No sabemos qué va a pasar. Llega nuestro jefe y se sienta con nosotras. Todo es silencio.
Suena el teléfono. Se han llevado a 6 de nuestros trabajadores. Nos cogemos la cabeza, nos quejamos e intentamos hablar con el Hotel. La Gobernanta llora, nuestra Responsable no puede ni hablar y nosotras no podemos hacer nada. Habían comprado la documentación que tenemos. Son inmigrantes ilegales y ahora se los han llevado. Algunas de ellas llevaban meses con nosotras. Nos sentimos mal, no nos decimos nada.
Ahora falta esperar cómo acabará esto. Quizá vengan a nuestra oficina, quizá salgamos en el periódico. Pero lo que más nos importa, es que seguramente deportarán a esos 6 trabajadores que hasta hoy contaban con nosotras. A los criminales no les cogen, pero a las que quieren ganarse la vida trabajando como pueden, sí.
Esta tarde, cuando vuelva a la oficina, sabré algo más. Lo último que hemos hablado es cómo pagar el trabajo que han hecho este mes. Merecen su sueldo y haremos lo posible para que lo reciban.
1 comentario:
nyau!
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